Dos circunstancias de la infancia me hicieron valorar durante toda la vida los tejidos y los bordados: los gusanos de seda y una colcha azul pálido, realizada por mi abuela Dolores y sus hermanas para su boda. A mediados del S.XX, en Murcia y su provincia, se criaban gusanos de seda para la industria. Pronto se extendió su cuidado entre las familias, que los criaban además como medida pedagógica para los niños; así los conocí en Yecla, mi pueblo. Mis tías periódicamente lucían y aireaban la colcha de su madre y nos inculcaban los valores de la seda natural del tejido, la belleza de los realces a todo color y de los encajes de malla. Después la guardaban en su caja de madera, doblada y protegida con, al menos, una “mano” de papel de seda. Tanto la colcha, como la caja decorada con motivos chinescos, pueden verse en el museo. En el entorno de mi jubilación, me encontré dueña de este cobertor y de otros tejidos y bordados de antiguas generaciones familiares. Decidí mostrarlos públicamente para su posible estudio y para la contemplación de su belleza. Visité colecciones y museos; estudié los escritos de Maravillas Segura Lacombe (Madrid, 1949): “Bordados populares españoles”, Instituto San José de Calasanz de Pedagogía, Consejo Superior de Investigaciones Científicas; de la extremeña M. Ángeles González Mena la “Colección Pedagógico Textil de la Universidad Complutense de Madrid”; las cinco publicaciones sobre el traje y el bordado segoviano de la que fue profesora en la Escuela Normal de Magisterio de Segovia, Ángela López García- Bermejo. Un antiguo marco dorado me inspiró: corté dos triángulos de terciopelo, uno purpúreo y otro azul oscurísimo, prendí sobre ellos unos guantes blancos de ganchillo y los enmarqué. Así en mayo de 2014 inicié CMQ, la Casa Museo de los Quehaceres de Carbonero el Mayor, Segovia.
Lola Vicente